La Exposición Permanente del Museo permite realizar un recorrido por la Historia de Chiclana
De todos cuantos nos visitan es sabido que la Exposición Permanente del Museo consiste, básicamente, en un recorrido por la Historia de Chiclana, recorrido secuenciado en orden cronológico que atiende a épocas, personajes y acontecimientos. Pero hemos puesto especial interés en que esta Historia, subdividida en épocas diversas, sea percibida por el visitante como una unidad -tal el singular del sustantivo Historia ya adelanta-, como capítulos de un mismo relato. A ello hemos pretendido atender también con la colocación estratégica de algunas piezas a las que hemos dado en llamar piezas bisagra, pequeños guiños que nos conducen de un espacio expositivo a otro (sala, rincón, vitrina,…).
La distribución de las piezas no es aleatoria o caprichosa. Y algunas están colocadas de manera especialmente intencional respecto de lo que venimos diciendo. En intento de explicar esto, algunos ejemplos.
Las piezas «bisagras» conducen al visitante de un espacio expositivo a otro
En la primera de las salas, dedicada mayormente a la Prehistoria, distinguimos -y salta a la vista por aquello de la piedra tallada y la piedra pulimentada que desde pequeño en el colegio nos dijeron- el paleolítico del neolítico. Pero más allá del procedimiento en el tratamiento de la piedra, el paso sustancial de una época a otra es más profundo. Así, siguiendo las indicaciones -siempre acertadas- de la arqueóloga -siempre generosa- Rita Benítez Mota, decidimos colocar, justo al final de la vitrina dedicada a los líticos tallados, una singular pieza que, en arco más o menos suave o rebajado, reunía varias láminas de piedra denticuladas procedentes del yacimiento de la Loma del Puerco. Estas láminas denticuladas conformaban una hoz. Esta pieza, situada al final del paleolítico, supone un guiño a la agricultura y nos introduce, por ello, visualmente en el Neolítico.
En la última vitrina de las dedicadas al Neolítico, encontramos dos piezas íntimamente relacionadas. Un idolillo cilíndrico procedente del yacimiento de la mesa y un fragmento de los conocidos como ídolo placa hallado en La Esparragosa. Estas piedras nos remiten a otra dimensión de lo real o a otros anhelos dentro de la realidad material misma.
Las distintas salas ofrecen viajar desde la prehistoria hasta la edad moderna
¿Qué encontramos, ya en la sala segunda, apenas nos acercamos al rincón dedicado a los fenicios? Dos representaciones -hieráticas, de reminiscencias orientales, casi egipcias- de Melkart, divinidad fenicia a la que en nuestras cercanías se rindió culto. Se trata de dos estatuillas de bronce, réplicas de las originales halladas en Sancti Petri y que se encuentran expuestas al público en el Museo Privincial de Cádiz.
Tras los Fenicios, la Exposición Permanente nos lleva a Roma. ¿Primera pieza? El conocido como Hércules Gaditano, también llamado -dado ese sincretismo cultural del politeísmo romano que evita con frecuencia el conflicto religioso- Hércules-Melkart, reunión de nombres que nos habla de una fusión del culto. Lo que se ofrece al público es réplica del original -hallado en Sancti Petri- que se muestra en el Museo Provincial también. Una estupenda réplica realizada, a instancias de ERA, por el escultor chiclanero José Antonio Barberá.
Una pieza de cerámica -ya hablaremos de ella en otra ocasión- nos conduce al Medievo -un medievo musulmán también- y a la Edad Moderna, periodos representados a través de una interesante y bella muestra de objetos cerámicos.
En la planta segunda, tres cuartos de lo mismo. Un pintura de Godoy que nos lleva a José Marín. O un cartel de Feria, diseñado por éste, que nos conduce de la industria y el negocio al ocio de las fiestas tradicionales.