Desde ayer miércoles, el Gobierno de España ha levantado la obligatoriedad de llevar mascarilla en el transporte público, uno de los pocos lugares en los que seguía vigente, después de que en abril del pasado año dejase de ser obligatorio llevarla en exteriores. Una medida que no deja de ser un paso más en el regreso a la vieja normalidad y que indica también que, afortunadamente, la crisis sanitaria mundial provocada por la Covid-19 empieza a ser un mal recuerdo, aunque habrá que seguir utilizándolas en residencias de mayores, centros sanitarios como hospitales o centros de salud, farmacias o clínicas dentales.
Bienvenida sea, pues, esta medida que es totalmente voluntaria y las personas que por su vulnerabilidad, edad o razones de prudencia sanitaria quieran seguir llevándola estarán en todo su derecho. Las mascarillas contribuyeron a evitar la propagación de una pandemia que nos ha enseñado la necesidad de invertir en ciencia e investigación.