martes, septiembre 26, 2023
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Al quite de los daños colaterales

A pesar de la crisis sanitaria provocada por la Covid-19 y las restricciones que provocó, el Museo de Chiclana ha sabido mantener su programa de exposiciones de cara al público

No son pocas las veces que en los últimos meses nos han preguntado cómo nos ha afectado al Museo la actual coyuntura sanitaria, y alguna vez, en estas páginas, algo hemos dicho al respecto. Hemos comentado cómo ha padecido -daño colateral del más grave- también el Museo: nada de visitas en grupo (ni de escolares, ni turísticas, ni de asociaciones,…), nada de visitas guiadas (ni a pequeños grupos familiares -hemos aprendido a decir incluso “unidades de convivencia”- ni a individuos aislados en estas visitas de goteo, únicas que durante meses nos quedaron), nada de folletos (trípticos, dípticos y otras hojillas volanderas -de aquí, supongo, lo del innecesario vocablo “flyers”-), y tantas otras pequeñas nadas…
Pero no sólo a efectos de público -número y trato nuestro con éste- ha tenido efectos en el Museo la cosa. También en lo que afecta a las exposiciones en sí. A las Exposiciones Temporales, me refiero. Uno de los atractivos que hacen venir y que hacen volver, fundamentales éstas para ir más allá de la visita ocasional del turista, fundamentales para el público local -casi único público que durante meses pudimos tener-.

Las exposiciones temporales son esenciales para atraer visitantes

Podríamos haber optado por, ante la merma numérica de visitantes, reducir el número de Exposiciones Temporales, como en tantos espacios semejantes se ha tenido por oportuno. Pero no nos pareció, en estos tiempos de tanto recorte -y lo cultural no se llevó la menor parte de esta crisis más que sólo sanitaria-, lo más recomendable. Quizá sí -pretexto sobre hojuelas- lo más fácil, pero no lo mejor.

Así, decidimos mantener nuestro ritmo expositivo contra viento y marea. Entre quince y dieciocho temporales por año. Nuestro ritmo, sí, que no nuestra programación.
Hay quienes piensan que montar una exposición entraña no más trabajo que el de colocar piezas en paredes y vitrinas, aliñarlas con algunas cartelas y colocar unos rótulos básicos. Pero no, la cosa no funciona exactamente así. Eso no es más que el final del trayecto, estación términi nuestras salas de exposiciones.

Montar una exposición supone muchas veces largos meses de trabajo

Tras una exposición hay, con muchísima frecuencia, largos meses -incluso años- de trabajo. Pensar posibilidades, estudiar sugerencias y estudiar tras elegir entre ellas, rastrear piezas -porque, a veces, las ideas nos parecen estupendas pero el material finalmente disponible escaso… o inadecuado-, etc. Vistas nuestras preferencias y confrontadas con nuestras posibilidades, decidimos. Y decidimos cada año la programación completa del año siguiente, donde intentamos siempre que haya, como en botica, un poco de todo.

Así, partiendo de una lluvia de ideas -chaparrones nuestros, pero también otros que nos nutren y agradecemos- y vistas las posibilidades reales de llevarlas a cabo, llegando agosto, más o menos, nos reunimos con la Delegada de Cultura y, de entre las realmente posibles, elegimos las que finalmente serán. Esto hace que nos queden siempre en cartera algunas que otras exposiciones pendientes -posibles y pendientes- que aguardan silenciosas mejor ocasión. Por lo general aguardan a otro año. Pero, a veces, son recurso adecuado para una suplencia, para un imprevisto.

El Museo ha sido capaz de mantener su ritmo expositivo durante este tiempo

Y esto nos pasó con tres exposiciones anunciadas para 2020. “Ecce homo” -a la que cogió de lleno el confinamiento y que no llegamos a inaugurar-, y otras dos de especial relevancia o peso que la más que previsible ausencia de visitantes veraniegos -de aquí y de fuera- nos aconsejaron posponer, alterando así, en sus contenidos, el programa expositivo primero.
Esto fue lo que pasó con “Costus en Chiclana” y con -ideal pareja de la mencionada- “El Jardín de las delicias”. Sustituidas éstas en su momento, como anulada en el suyo “Ecce homo”, encontraron acomodo en el calendario del año actual. Esperemos que con acierto.

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