Las personas que acuden al Museo de Chiclana para conocer su historia y su cultura son los auténticos protagonistas de este espacio museístico
Los diversos rincones del Museo acogen piezas, piezas que ilustran un relato, un somero relato que, exposiciones temporales al margen -aunque a veces se refieran a lo permanentemente expuesto y contado-, refiere la amplia Historia de Chiclana a través de breves paradas -a veces lacónicas- en periodos o épocas, en acontecimientos o en personajes.
Pero estos rincones del Museo no acogen sólo un relato ilustrado por piezas, unas piezas que, glosadas, se integran en el discurso. Estos rincones del Museo acogen también al público, al usuario de cultura que se acerca, a los visitantes ocasionales y los recurrentes. Sin estas personas todo lo demás carecería de sentido. Incluso de fundamento. Pues aunque aparecen éstas como al final, están ya desde el principio. Casi podríamos decir que éstas son lo primero. Como aquella causa final aristotélica que resulta causa primera: el para qué. Un para qué que, en este caso, bien podríamos traducir por “para quién”.
1.254 personas visitaron el Museo de Chiclana durante el mes de abril
En el principio, fueron los posibles usuarios, usuarias del Museo. Para unos y otras se hizo el resto. Estas personas fundan el Museo, son el fondo que lo sustenta: sin ellas… se cae. Su presencia, ya luego, en las salas las sustenta, dota de sentido cuanto hay, también nuestro trabajo.
Por eso resultaron tan difíciles los tiempos de la pandemia que, poco a poco, vamos vamos empezando a superar. De golpe, el público descendió en número como nunca antes y todo parecía, en este descenso, caer. Y aunque hacíamos como que no, esto afectaba esto a nuestro ánimo. Intentamos, eso sí, que no afectara al día a día de nuestra tarea.
Por esto, tomamos en su momento una decisión: mantener el ritmo de trabajo, mantener la constante renovación de la Exposición Permanente, mantener el número de Exposiciones Temporales. No dejar que decidiera el desánimo ante la más que previsible disminución de público, no permitir que una desmotivación nos llevara a la desidia. Los visitantes más pertinaces merecían toda nuestra atención, todo nuestro esfuerzo.
Las visitas al museo vuelven a recuperar la normalidad tras la pandemia
Alguna vez cerramos con poco más de quinientos visitantes alguna temporal. Qué pena, nos decíamos. Pero rápidamente presentábamos la siguiente convencidos de que esos quinientos visitantes merecían sobradamente la pena y agradecían -de manera tácita o expresa- nuestro compromiso con ellas.
No fue fácil, no, la travesía. Pero llegamos a buen puerto.
Así, el pasado mes de abril -y sin contar aún con esas excursiones turísticas prepandémicas que de sopetón dejaban en nuestras instalaciones medio centenar de personas- volvimos a las mejores cifras alcanzadas antes de este largo paréntesis sanitario: 1254 visitas. Y esto con el goteo cotidiano y con las visitas en grupo guiadas -a Permanente y Temporales- de Centros Educativos (dieciocho) y otros colectivos (cinco).
Los visitantes nacionales y extranjeros vuelven al Museo de Chiclana
Y más allá del número, también la procedencia de los visitantes volvías a hablarnos de una normalidad normal más que nueva: los nacionales de casi todas las comunidades autónomas, los extranjeros de Alemania, Argentina, Venezuela o Reino Unido.
Los rincones del Museo de nuevo concurridos como si antes, llenos de vida y de sentido.
Haber mantenido firme el propósito de no decaer, de no restar cuando el público menguaba ha jugado su papel en todo. Al mal tiempo, digamos, le pusimos nuestra cara de siempre. Y ahora, además, sonreímos sin esfuerzo.