Chiclana estuvo presente en la celebración de la onomástica del emperador francés
El pasado mes de febrero escribíamos sobre Napoleón y su huella en la historia de Chiclana. Como continuación ofrecemos ahora la segunda parte en este controvertido “Año Napoleón” –se conmemora en Francia el 200 aniversario de su fallecimiento en la isla de Santa Elena–. Lo hacemos relatando un episodio de pura propaganda –de la que Napoleón supo sacar partido a lo largo de su vida política y militar– bastante desconocido para la gran mayoría de la ciudadanía chiclanera.
Nos situamos en el contexto histórico de la ocupación militar francesa en Chiclana, en agosto de 1810, a los siete meses del primer año del asedio a Cádiz del Primer Cuerpo del Ejército Imperial del Mediodía en España. Se acentuaba la canícula veraniega y con ella llegaba el día del cumpleaños y onomástica de Napoleón –había nacido el 15 de agosto de 1769 en Ajaccio (Córcega)–. Una muy escogida e inventada onomástica de san Napoleón que se celebró por primera vez en Francia el 15 de agosto de 1806, en vez de la Asunción de la Virgen María. Fue obra de los allegados y aduladores del emperador que, con la aquiescencia de la jerarquía eclesiástica francesa y en contra de Roma, hallaron en una antigua leyenda a un mártir de Alejandría desconocido por los hagiógrafos de la Iglesia llamado “Neapolis”. Luego la filología hizo el resto: Neopolim, Neopolum, Napoleone… y Napoleón. Así, el emperador tuvo su santo. En este ejercicio de adulación y al mismo tiempo de egolatría, el 15 de agosto era fiesta en su honor en Francia, países satélites del imperio y territorios ocupados.
El 15 de agosto de 1810 se celebró el cumpleaños de Napoleón
Aquel año, en Chiclana, se recibió una carta-orden en los primeros días de agosto del comisario regio y prefecto de la provincia para que se celebrasen en “todos los pueblos, demostraciones exteriores en los próximos días del Emperador de los Franceses, el Augusto hermano de nuestro Católico Monarca”. Al tiempo, invitaba a toda la Municipalidad a un acto religioso en la parroquia y un posterior banquete –que fue declinado por los munícipes, salvo los elegidos para el protocolo–. Pero lo que más sorprendió fue un oficio de 4 de agosto del general jefe del Estado Mayor General que, leído por el secretario en cabildo dos días después, decía:
“Participándole las benéficas con que el E. S. Mariscal Duque de Bellune ha resuelto celebrar el aniversario de S. M. Imperial y Real casando cinco doncellas en las ciudades de Xerez, San Lucar, Puerto Real, Puerto de Santa María, Medina Sidonia y esta Villa dando generosamente a cada una de ellas una dote de ocho mil reales y encarga que esta cuenta recaiga en las mas virtuosas familias honradas notorias de los pueblos dichos y a quienes la opinión consideren dignas del don que se les ha de hacer previniendo que para ello el Excmo. Sr. Comisario se entienda con los Magistrados para la elección baxo concepto manda en aquella citada orden S. E. que esta Municipalidad de acuerdo con el Vicario Eclesiástico y su Clero elija la doncella más benemérita en esta Villa y que para el jueves ocho del corriente esté en su poder el nombre de la referida y el del varón que se le destine por esposo”. A ello añadía uno de los requisitos fundamentales para obtener la dote: “que en la epoca presente jamas han tomado parte en las cuadrillas de insurgentes (guerrilleros para los patriotas españoles o simples brigans -bandidos– para los franceses). Ese era el trasfondo de todo, el “quid” de la cuestión: acabar con la guerrilla y mostrarse benéfico ante los pueblos ocupados, tratarlos en momentos determinados como amigos y evitar el desafecto de sus habitantes hacia ellos.
Estando presentes en aquella sesión, previa convocatoria, el vicario eclesiástico de Chiclana, Vicente García Torquemada y los presbíteros diputados de la villa Nicolás Domínguez y Domingo Jordán –todos ellos representantes del clero– junto a los señores capitulares que concurrieron a ella, dijeron: “que en obedecimiento y cumplimiento del precepto, uniformes en el mismo acto eligieron a Beatriz Saucedo doncella hija lexitima de Sebastián Saucedo y de María Manuela Tocino, que debe contraer matrimonio con Tomás Hariza (…) por su moral christiana, buena educación y costumbres y procedentes de familias aun pobres antiguas y de buen nacimiento”.
El objetivo de los ocupantes franceses era acabar con la guerrilla
No consta que volviesen a celebrarse más festejos en honor de Napoleón. Ni que hubiese más dotes como la precedente en todos los pueblos de la línea ocupada, incluida Chiclana. En los siguientes meses no lograron deshacerse de la fuerza cuasi invisible de las guerrillas, el gran azote de los imperiales. Las distintas formaciones de guerrillas locales continuarían infectando los caminos y campos atacando a las patrullas dispersas, hurtando ganados y provisiones e interceptando el correo.
Dos años más tarde, el 25 de agosto de 1812, los franceses se marchaban de la villa. Finalizaba, así, el periodo napoleónico.