El censo de Godoy de 1797 ofrece una radiografía de cómo era Chiclana a finales del siglo XVIII
En el libro de Actas Capitulares del año 1798 hemos hallado el censo que Carlos IV (1748-1819) ordenó ejecutar, a su valido Manuel Godoy (1767-1851), diez años después del realizado por José Moñino y Redondo, conde de Floridablanca (1728-1808). Del mismo modo, se elaboró tomando información acerca de la población –10.541.221 almas– y su economía en todas las poblaciones de España.
El espíritu de este renovado censo era “tener a la vista los estados de población actual de cada una de las provincias de la Península, y porque no se han renovado los que se formaron en el año de 1787”, el de Floridablanca.
El objetivo de este censo era “tener a la vista los estados de población actual”
El interrogatorio comenzaba con las preguntas básicas como en otros censos sobre el nombre de la población –Chiclana de la Frontera–. Si era de realengo, abadengo o señorío –pertenecía al XVI duque de Medina Sidonia, Francisco de Borja Álvarez de Toledo y Gonzaga (1796-1821)–.
La distancia que la separaba de la capital de la provincia era 5 leguas y 100 de la Corte. Y el número de almas o habitantes alcanzaba la cifra de 7.742, algo superior con respecto al anterior en la que la población estaba compuesta por 7.383 habitantes.
Las casas útiles existentes eran 620 y 271 en ruinas. Asimismo, se registraron el número de edificios u oficinas públicas; desde la casa consistorial y otras dependencias municipales hasta los mesones, fondas, molinos, o tabernas.
El número de hospitales y el número de personas que lo componían: 1 capellán, 2 sirvientas, 1 médico, 1 cirujano y 4 enfermos, así como las escuelas de primeras letras; 4 con sus maestros respectivos: 187 niños.
La población de Chiclana en esa época ascendía a 7.742 personas
Las “migas”, es decir, las amigas también eran 4 maestras y 410 niñas. Para estudios de gramática había 1 maestro y 20 discípulos.
En la parte eclesiástica anotaron 2 parroquias –San Juan Bautista y San Sebastián– y dos conventos del señor S. Agustín; uno de ellos de religiosos y otro “de monjas como eremitas”; 1 sola capilla, 3 curas párrocos, 3 tenientes, 1 beneficiado “a cargo de los curas”, 36 sacerdotes, 7 capellanes menores, 4 sacristanes y 8 acólitos; 3 dependientes de cruzadas, 5 de Inquisición y 2 síndicos de religiones.
El Ejército, milicia se hallan integrados por: 21 milicianos, 1 oficial; 30 soldados del Ejército y 1 oficial.
Los escribanos se repartían entre: 4 públicos y 4 relatores. Abogados, 3; procuradores, 7; alguaciles mayores, 3; menores, 3 y porteros.
La nobleza estaba compuesta de 8 nobles por reconocimiento y 20 por notoriedad, y se habían constituido 5 mayorazgos.
Médicos, 2; cirujanos; 2, boticarios; 3, albéitares; 2, pintores; 1 escultor y 3 grabadores.
Comerciantes 7; mercaderes; 20; tratantes en leña 8 y 7 de ganados. En cuanto a labradores: 42 eran propietarios; 63 arrendatarios y 777 jornaleros.
Ganaderos que no eran labradores, 69. Pastores, 13. Marineros y pescadores de oficios: 143 marineros; 6 pescadores y 9 cazadores. Cocineros, 4; confiteros, 7. Plateros, 3; ayudante, 1; herreros, 2; sastres, 3; zapateros de obra prima, 11 remendones; 7 de vaca y de lo grueso, y 3 chocolateros.
Dedicados a las operaciones de espartería: un espartero con 6 operarios.
Algunas mujeres del pueblo se dedicaban por temporada a hacer labores de palmas. Alfareros, 7. Importante era la fábrica de estampar lienzos –género de indiana– con 27 oficiales, 19 aprendices y 60 mujeres.
Taberneros, 39; aguadores, 24 y 2 fabricantes de aguardientes. Criados, 11 y criadas, 91.
Número de artesanos: 160 carpinteros de ribera.
En maderas: 2 silleros, 27 de lo blando, 52 calafates, 1 de veleros. Pintores, 6; 89 albañiles; 57 panaderos; 24 canteros; 2 yeseros; 21 barberos; 4 tablajeros, 5 mozos de carnecería y matadero; 2 triperos, 10 herreros, 1 farero, 10 caleros, 1 talabartero, 3 toneleros, 1 agrimensor y 1 calderero.
Otras respuestas se contestaron de manera negativa por la inexistencia de oficios o instituciones. Todas ellas son vitales para conocer cómo era la formación económica-social de la villa.
Oficios que no existía en Chiclana en la época
Entre las respuestas negativas, la primera de ellas era la falta de colegios de educación y enseñanza para la industria y las artes.
No había bordadores y bordadoras o curtidores u otros oficios que se beneficiaban de la piel de animales.
Tampoco boteros, abarqueros o pellejeros. No existían fabricantes de seda, hilanderos o tejedores, ni fabricantes de hules encerados ni quitasoles. Del mismo modo, faltaban fabricantes de ceras, de cristales.
Asimismo, cabe indicar que estas preguntas se deberían “responder de cinco en cinco años a los Intendentes de los Pueblos de sus respectivas Provincias, para que los encargados de la dirección del fomento general del Reino, adquieran los conocimientos necesarios para renovar los estados de población».