Antonio Reyes

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Los puestos de castañas asadas son una de las estampas clásicas en las calles durante esta época del año. En Chiclana, en la Plaza Jesús Nazareno, Antonio Reyes lleva siete años vendiendo este fruto tradicional del otoño

Los puestos ambulantes de los vendedores de castañas asadas son una de las imágenes más típicas del otoño en las calles de las ciudades. Una señal de que el frío ha llegado.
En Chiclana, en la Plaza Jesús Nazareno, Antonio Reyes lleva siete años al frente de su pequeño negocio de venta de castañas asadas, “antes estaba en Fuente Amarga, pero allí había poco movimiento de gente y decidimos venirnos para el centro de Chiclana”, señala mientras no deja de atender a las numerosas personas que acuden a su puesto a comprar castañas calentitas, a un euro las cuatro unidades.

Porque, tal y como recalca Antonio, “aquí viene toda clase de público, desde la chavalería hasta personas mayores o familias a comprar una bolsa de castañas asadas. Ahora es una buena época para un negocio como este porque la gente sale más a la calle a disfrutar de las actividades navideñas y a comprar regalos”.

“El secreto para unas buenas castañas asadas es un fuego en condiciones y que el producto sea de calidad”

Un fruto con numerosas propiedades, entre ellas, su alto contenido en fibra y cuyo secreto para obtener unas deliciosas castañas asadas es “tener un buen fuego en condiciones, ni muy fuerte ni muy bajo, y, por supuesto, que las castañas salgan buenas y sean de calidad. Este año estamos trabajando con castañas gallegas que son las mejores. También son más caras que las de otras zonas, pero son las más buenas”.

Además, también es importante el modo de cocinarlas, asegurando que “por lo general es recomendable tenerlas al fuego unos ocho minutos más o menos. El motivo por el que se le añade sal, además de potenciar el sabor, es para que el fruto salga blanco y no se oscurezca tanto en la cacerola”.

Aunque muchas personas aseguran que el frío es fundamental para que las castañas se vendan más, Antonio Reyes no se muestra tan de acuerdo con esta afirmación, ya que su experiencia en la calle le ha demostrado que “cuando hace mucho frío la gente sale menos y, por lo tanto, se vende menos. Las castañas apetecen a cualquiera cuando hace frío, pero sin pasarse”.

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