El 10 de febrero de 1914, tal día como hoy, aparecía una noticia que pudo cambiar la historia de la ciudad, el hallazgo de un yacimiento petrolífero en su término municipal
A principios del siglo XX Chiclana estaba a punto de realizar el sueño americano del petróleo: convertirse en la Texas española. La ciudad aún atravesaba una difícil crisis socioeconómica provocada por la pérdida de la gran mayoría de los viñedos como consecuencia de la nefasta epidemia filoxérica. Pero el 10 de febrero de 1914 –tal día como hoy– los periódicos anunciaban una noticia que podía cambiar su historia: el hallazgo de un yacimiento petrolífero en su término municipal. “El Heraldo” y “El Imparcial”, ambos de Madrid, la recogía de su corresponsalía en Cádiz con el título “Minas de petróleo” diciendo: “Comunican de Chiclana que se han descubierto unos ricos yacimientos de petróleo y con este motivo hay un gran regocijo en dicha población”. Al día siguiente también el “Imparcial” recogía, más brevemente, la noticia por su corresponsal en Cádiz, coincidiendo con la general satisfacción de los chiclaneros: “Reina un gran regocijo en Chiclana”.
Así se pasaba de la frustración por la pérdida del oro blanco de sus vinos a la esperanza de una nueva riqueza: el oro negro.
Se informaba de la existencia de «unas ocho minas de petróleo»
Los chiclaneros se anticipaban 39 años a los vecinos de Villa del Río –Guadalix de la Sierra– en la película de Luis García Berlanga, “Bienvenido, Míster Marshall”. Quizá entonaron con ilusión una copla similar a “La copilla de las divisas” y soñaron con un futuro más próspero en una época de hambre y miseria.
No era, sin embargo, una novedad la noticia del petróleo en la provincia de Cádiz. Con anterioridad en Arcos, Bornos, Villamartín, Grazalema, Rota y Conil se habían realizado sondeos para encontrar lo que entonces llamaban “minas de petróleo”. Cuatro años después, “Diario de Cádiz” publicaba que diversos “estudios científicos avalan la existencia de esta riqueza [el petróleo], que puede transformar radicalmente la economía chiclanera”, al tiempo que indicaba sus límites: “al norte con la Portada de Santa Ana, al sur con el pago de Naveros y la Indiana, al este con las viñas de Brake y al oeste con el pago llamado Cavito”, donde se hallaron “unas ocho minas petróleo”.
La noticia nada decía de la calidad del crudo, la profundidad de sondeo, la capacidad de la bolsa encontrada, o si eran industrialmente explotables. En los siguientes años se siguió estudiando la placa suroeste de Andalucía y en 1922, ante el auge de nuevos sondeos, se constituye la Sociedad Anónima “Petrolífera Andaluza” con sede en San Sebastián. Tras la guerra civil, en la década de los cuarenta, tenemos noticias de un nuevo intento para perforar y localizar hidrocarburos en Chiclana.
En la década de los cuarenta se realizaron nuevas prospecciones
El BOE publicaba, en su número 309 del 4 de noviembre de 1940, el anuncio de la dirección general de Minas y Combustibles en el que solicitaba, en nombre de la “Sociedad Anónima Petróleos España”, permiso para explorar hidrocarburos en terrenos del término municipal de Chiclana “delimitado al Norte y al Este por la línea de colindancia de términos municipales; al Sur, por la carretera de Chiclana a Medina Sidonia, y al Oeste por la carretera que, partiendo de la de Cádiz a San Fernando en su total longitud, comprendiendo una extensión de 4.000 hectáreas aproximadamente”.
Cinco meses más tarde, el BOE acordaba conceder permiso para efectuar trabajos de exploración” . Sin embargo, esta prospección no se llevaría a cabo hasta 1947 y por la Empresa Nacional Adaro de Investigaciones Mineras, S. A., filial del Instituto Nacional de Industria (INI) –creado en 1941–. Será Adaro quien realice este sondeo, “Chiclana-1”, y el de 1954-56, “Chiclana-2”. Sus expedientes son de los primeros durante la dictadura: el número 7 y el 23. En ninguno de ellos se encontraron hallazgos significativos para la explotación industrial.
Del sondeo de 1954-56, hemos encontrado un informe detallado señalando que la perforación alcanzó “una profundidad total de 1033 metros cortando varias fallas provocando la repetición sucesiva de series.
Los materiales atravesados fueron principalmente terciarios y triásicos, no habiendo ningún nivel con características de almacén. Las litologías dominantes son las series margosas del (Jurásico superior y Cretácico) Eoceno y Oligoceno, y los niveles evaporíticos del Trías, principalmente margas, sal y yeso”. Tampoco contenía una reserva importante.
Se esfumaba, así, el sueño americano del petróleo; una anécdota en nuestra historia milenaria; un sueño económico que, por otra parte, hubiese provocado un gran impacto medioambiental transformado la ciudad, la más gaditana de todas las poblaciones de la bahía. Aquella que Richard Ford llamó un día, la “Botanic Bay” de Cádiz.