viernes, marzo 29, 2024
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La Colonia infantil obrera de la Cruz Roja

En 1931 se creó en el Coto de San José una colonia infantil para niños y niñas de trabajadores pobres de la provincia de Cádiz

Muy pocos desconocen hoy la encomiable labor que realiza la Cruz Roja, tanto en tiempo de guerra como de paz, desde su fundación –en 1863– por el filántropo suizo Henri Dunant, hasta la actualidad. Pocos saben que su Comité Internacional ha recibido cuatro veces el Premio Nobel de la Paz –uno de ellos a su fundador–, por su continua y gran labor en pro de la humanidad doliente o necesitada. Basta escuchar o ver los informativos en radio y televisión, en la prensa escrita o redes sociales, para saber de la ingente y extraordinaria tarea humanitaria que esta institución lleva a cabo cada día en cualquier parte del mundo. Junto con la Media Luna Roja, el León Rojo y el Sol Rojo –hermanos universales– son muchos los voluntarios en distintos frentes activos de guerra, hospitales de campaña, ayuda sistemática en campos de refugiados… Sin olvidar la asistencia social a los más desfavorecidos en esta sociedad del bienestar que compartimos. Su labor en todo tiempo, época o periodo desde sus comienzos en el siglo XIX, ha sido altruista, benéfica, social y humana; sin distinguir etnia, credo religioso o ideología política.

La colonia contaba con cinco tiendas de campaña para veinte personas cada una

Con solo acercarse a la Cruz Roja local, la nuestra, la de Chiclana, se sabrá y conocerá lo que hace y a quienes ayuda, que no son pocos en estos graves días de pandemia. Pero, ¿desde cuando está presente la Cruz Roja en Chiclana? Es una cuestión que está todavía por averiguar con exactitud. Parece que existió una primera fundación hacia 1872. No obstante, habrá que investigar en los archivos centrales de la Cruz Roja en Madrid, pues en las actas capitulares aún no hemos encontrado la fecha concreta. Sí sabemos que en el primer tercio del siglo se consiguió establecer una base con una Casa Socorro para atender, al principio, pequeños accidentes; más tarde consultas médicas y de enfermería. Así, se convirtió en algo más que una alternativa asistencial, pues comenzó a ser atendida por los profesionales de la salud de la ciudad –médicos y practicantes, ayudados por voluntarios–.
De este periodo hallamos, con la ayuda de la prensa escrita de la época, a principios de la Segunda República, uno de esos acontecimientos a los que le debemos de añadir el adjetivo de “histórico”. Se trata de la Colonia infantil obrera de la Cruz Roja en La Barrosa en el año 1931. La idea no era nueva, pues con anterioridad en otros países de Europa ya existieron –también en España a finales del siglo XIX y en la década de los años 20 del siguiente– con carácter higiénico-pedagógico. El modelo de proyecto en sí, lo era.

Chiclana apoyó esta idea acogiendo cuatro niñas y tres niños de la localidad

En aquel año el gobierno republicano, en la necesidad atender la difícil coyuntura laboral del momento, planificó un programa de asistencia social básica para atender a los niños y niñas de familias pobres con el fin de remediar las fatales consecuencias y secuelas que dejaba el paro en las familias de jornaleros y obreros. Entonces, el Comité Central de la Cruz Roja organizó “un nuevo modelo de colonia”, escribe Pedro Luis Moreno Martínez en su artículo, “Tiempos de paz, tiempos de guerra: la Cruz Roja y las colonias escolares en España (1920-1936)”. Esta iniciativa tenía como objetivo primordial la asistencia a niños y niñas huérfanos de ambos padres que estuviesen a cargo de parientes o extraños sin trabajo; madres viudas sin recursos; padre viudo jornalero sin trabajo o con jornal insuficiente; madres o padres enfermos, sin trabajo, e hijos cuyos padres se encontrasen en la misma precaria situación. El Comité Central de España empleó todos sus medios disponibles emprendió con ganas y efectividad la labor social y humanitaria con la ayuda de los Comités locales, en nuestro caso con el apoyo del de Chiclana.

La primera noticia de la instalación de una de ellas en Chicana aparece el 17 de agosto de 1931 en el periódico independiente “La Semana”. En ella se anunciaba que la colonia infantil para niños y niñas de trabajadores pobres de la provincia de Cádiz se ubicaría en un pinar de La Barrosa, en concreto en el Coto de San José, propiedad de la familia Cañizares. Días previos a su inauguración el delegado del Comité de la Cruz Roja, García San Miguel vino a Chiclana para inspeccionar y comprobar cómo se organizaba el campamento junto a la Casa del Coto. Fue recibido por el alcalde de la ciudad, Javier de la Cruz Cortijo y el presidente de la Cruz Roja local, Agustín de Villar Sánchez, al tiempo que agradecía a la familia Cañizares su compromiso desinteresado y gratuito al ceder los terrenos para la colonia. La crónica seguía diciendo que la colonia contaba “con cinco magníficas tiendas de campaña de capacidad para veinte personas cada una, de doble cubierta para regular la temperatura estando dotadas de camas de campaña, de somier metálico y armadura de hierro”. El personal para atender a la colonia vendría de Madrid y la organización estaría a cargo de una enfermera directora de la colonia del Hospital Central de la Cruz Roja junto con varias enfermeras especializadas en puericultura, además de otras personas que atendería la logística.

En la sesión ordinaria de cabildo del 5 de septiembre de 1931 y terminada la orden del día, la presidencia –ostentada por Javier de la Cruz Cortijo– dijo que había recibido al delegado de la Cruz Roja de la provincia para tratar sobre la colonia infantil escolar, y realizado las gestiones necesarias “para elegir a seis niños de ambos sexos que correspondían a este pueblo, los cuales fueron enviados en el día de hoy al campamento de dicha Institución”. Y añadía: “… aún cuando oficialmente a este Ayuntamiento no le corresponde contribuir en nada a esta obra humanitaria, moralmente si está obligado a ello, y por consiguiente entre otros pormenores, dio a conocer los deseos de dicho delegado encaminado a iniciar una suscripción cualquier día en la playa (…) dotar a los pequeños acogidos, de los juguetes y demás útiles necesarios para sus juegos y distracciones, todo esto, con el fin de remover los sentimientos de la población y fomentar el engrandecimiento de la obra”.

A continuación, intervinieron varios concejales de diferentes partidos para manifestar cada cual su opinión al respecto. Unos dijeron que se les podía enviar dulces los sábados o domingos; otros, que esos beneficios debían recaer en los hijos de la localidad. A ello respondió el presidente diciendo que todos los hijos eran de obreros y que los víveres “serán servidos por los diferentes establecimientos de la localidad, implantándose un turno, para que todos perciban de este beneficio”. Además, (…) dada la importancia de esta obra, se den a los dirigentes de la misma, toda clase de facilidades al alcance del Ayuntamiento”.
La ciudad se comprometió con el proyecto y finalmente fueron acogidos cuatro niñas y tres niños de la localidad. Ellos compartieron la colonia con otros niños y niñas de Algar, Algodonales, Arcos, Benaocaz, El Gastor y San Fernando. Muchos ciudadanos de Chiclana también aportaron su granito de arena para sostener la colonia con donativos particulares y actos benéficos en el cine Moderno. E incluso un poeta local, que firmaba bajo el seudónimo de Liovirgi, escribió un poema intitulado: “A la colonia… Escolar”, que aquí reproducimos.

En el libro “La prensa humanitaria en la España contemporánea (1870-1989)” de José Carlos Clemente y Juan Francisco Polo, cuando se refieren a las colonias infantiles tomando datos de revista de la Cruz Roja en su número 352 de septiembre de 1931, señalan: “En estas colonias se acogieron a niños y niñas de cuatro a diez años que recibirán higiénico alojamiento, comida sana y abundante ropa, enseñanza y cuantas asistencias precisen.
Las primeras colonias se situaron en La Barrosa (Cádiz), Alcalá de Guadaira (Sevilla), Cerro Muriano (Córdoba) y Valdepeñas (Jaén)”. La experiencia fue muy positiva; el resultado, clamoroso.

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