Corría Abril de 2015, AC (antes del Coronavirus), cuando un servidor trabajaba en el Museo de Chiclana, así con mayúsculas, y se me ocurrió la temprana idea de hacer una campaña en las redes sociales, con el fin de fomentar el conocimiento que los chiclaneros tenían de la historia de su municipio.
Así, ni torpes ni perezosos, el personal del museo de historia de la ciudad salimos con el marco de un cuadro, una cámara de fotos, y una pequeña encuesta a la calle, a preguntar a los transeúntes si conocían el museo de su ciudad, si tenían idea del patrimonio histórico que atesoramos en Chiclana.
No nos sorprendimos. Pocas o casi ninguna persona sabía que teníamos un museo histórico en la ciudad y, los que lo sabían, no lo habían visitado, o lo hicieron una única vez hacía ya algún tiempo.
Es curioso. En cualquier localidad aledaña, se dan golpes de pecho presumiendo sobre cualquier efeméride relacionada con su municipio o con la vinculación de cualquier personaje histórico al mismo, pero en Chiclana… igual entendemos que tampoco tenemos nada de qué presumir.
Y lo escribo ahora, cuando se van a cumplir 210 años de la Batalla de la Barrosa, un hito histórico muy señalado en la cultura de la guerra, importante en el transcurso de la ocupación francesa, fecha que cuenta con el empeño de muchas personas para que no se pierda en el olvido.
Esa batalla, lo que significaría, puede ser más o menos importante en el conjunto de la contienda con los franceses, pero sin duda es algo realmente trascendental en la vida de Chiclana, y de sus habitantes. No estaría de más que sintiéramos algo de orgullo de “patria chica” y, al menos, nos interesáramos por la historia de nuestra ciudad, que les aseguro es un relato realmente emocionante.
No anda la cosa como para reivindicar casi nada, sino que se lo cuenten a las feministas, abocadas a reconducir sus programaciones como hemos hecho todos por culpa de la maldita pandemia, pero no estaría de más poner en valor algo que nos ha convertido en lo que hoy en día somos, un lugar donde reina la pluralidad como consecuencia del entrelazado de las mil culturas asentadas en este paraíso del sur de España.