viernes, marzo 29, 2024
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Otro romanticismo

Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro son los protagonistas de la última Exposición Temporal presentada en el Museo de Chiclana

Lo hemos dicho en otra ocasión. Ahora lo recordamos. Hay un compromiso expreso del Museo con la figura de García Gutiérrez y, en general, con el Romanticismo. Así, en torno a la fecha del nacimiento de poeta -que aquí somos más de celebrar la vida que de conmemorar la muerte-, le dedicamos cada año una exposición monográfica al poeta de Chiclana o al movimiento en que su figura -señera en él- se inserta y contextualiza.

A menudo, nos han preguntado acerca del silencio -esa manera del olvido que casi se oye- que cae sobre Antonio García Gutiérrez, autor de tantos éxitos reseñados en críticas de entonces que aún perduran contra los escépticos. Porque no son pocas las personas que de ese silencio infieren que quizá no fuera tanta la fama o que no estuviera ésta sólidamente fundada, como esa casa edificada sobre arena en el Evangelio.Pero no, qué va. Ahí están esas reseñas espantando suposiciones.

Ambos autores son figuras señeras del Romanticismo español

García Gutiérrez fue figura cimera en el Romanticismo español. Pero igual no estuvo a la altura el Romanticismo español mismo…

El Romanticismo no supuso en nuestras letras un tiempo dorado. No se pueden comprar las cumbres de este periodo/movimiento con las alcanzadas en otros. Nuestra literatura del Barroco, por ejemplo. ¡El Siglo de Oro! Siglo que, ya luego -y en justicia-, aprendimos a decir en plural y terminamos hablando de los Siglos de Oro, haciéndole hueco, entre otros, a San Juan de la Cruz, a Garcilaso de la Vega, a Santa Teresa de Jesús o Fray Luis deLeón.
Recuerdo que, de pequeño, etiquetaban en el aula como Edad de Plata de nuestra literatura el tiempo en torno a la Generación del 27, años abajo -casi hasta el 98- o arriba -los del 36-.
Oro, pues. Plata también. Pero… ¿y en medio?

Bécquer y Rosalía encarnan otras formas de ser románticos

El cobre. A veces. Aunque hubo obras de primera, qué autor de aquellos resiste hoy una edición de su obra completa que no le desmerezca. Unos vivieron poco, y tuvieron mejor fortuna. Otros, vivieron poco a voluntad, y ya remataron la cosa. Pero nuestro poeta fue longevo. Y fue, como se pregonó aquí desde las vallas publicitarias del último centenario “siempre romántico”. Quizá ahí se encuentre en parte la solución al enigma. Hacerse uña carne -hasta que la muerte nos separe- un autor con un movimiento o corriente literaria de moda. Porque lo propio de la moda es pasar y, pasando, se lleva de paso al poeta que se aferra -fiel u obstinado- a lo pasajero de por vida, y que jurar por siempre ignora que siempre es tiempo y sólo tiempo -por mucho que sea, si alguna vez es mucho- y que siempre es hoy, sí, pero también ayer y también mañana. Tan rupturistas, los románticos, tan aurorales,… también conocieron el sometimiento al corsé, y no siempre de mala gana. Los escaparates cambiaban, las pasarelas… Y ellos seguían, contra el muro su camino.
Pero ni todas las obras engulló Cronos, ni a todos los autores tampoco. De éstos, hay dos ya tardíos -tanto que muchos historiadores de la cosa los incluyen, sólo a fuerza de matices, entre los románticos- que perduran -y frescos- sin necesidad de embalsamadores: Gustavo Adolfo Bécquer y Rosalía de Castro. Nacen, respectivamente, en 1836 y 1837. Cuando los primeros triunfos de la hornada original.

La muestra acerca la vida y la obra de dos grandes figuras de nuestras letras

Si románticos éstos, románticos muy otros. Otros tiempos que, por lo demás, se adentraban ya por las sendas del realismo naturalista, por el costumbrismo cotidiano… Otros tiempos, otra manera de ser románticos… todavía. A ellos dos, a esta vuelta de tuerca, hemos dedicado la última, y pequeña, Exposición Temporal en el Museo de Chiclana. García Gutiérrez, entre tanto, seguía escribiendo, seguía a lo suyo.

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